Jules de Bruycker
Los
violines rasgan el aire con surcos incorpóreos que arremeten unísonos en medio
de vida verdosa.
La
luna se va de hocico remeciendo el oro candor / despellejando a indóciles
durmientes de aliento pútrido.
Y
vírgenes castradas sueñan poesías con piernas trémulas:
en
medio de oasis vertiginosos vomitan heces / se persignan por sus príncipes que
reinan ergástulas / cabalgadores de impetuosos corceles níveos de crin
alquímica.
Curvaturas
se desvanecen en la cercanía / los edificios longevos entorpecen las distancias
/ acrecientan el pavor de transeúntes novedosos _ factor sorpresa de los
inquilinos.
Y
se me caen los sueños en cascadas, las huellas no dejan nada tras de si /
el
cenit galopa a mil leguas de mis rastros, y la vida se va y la vida se queda.
Quijosteco hético, Quijosteco no ético.
Los
canes pernoctan con mis pasos / el fantasma sin recompensa ni galardones
susurra
vientos y añora: las putas ya no aman poetas.