hay quién sigue intentando vincularme con
los “Beats”
pero yo apenas publiqué en la década de
1950
y
ya entonces
desconfiaba enormemente
de su vanidad y
de tanta
pose
de cara a la galería.
y cuando conocí a unos cuantos
más adelante
comprendí que la mayor parte de mis
primeras
impresiones sobre
ellos
no habían cambiado.
algunos de mis amigos lo
aceptaron; otros pensaron que
debía cambiar de opinión.
mi opinión sigue siendo la
misma: la escritura la lleva a cabo
una persona
por su cuenta
en su propio
lugar
y todas las
reuniones
de
la
bandada
tiene muy poco
que ver
con
nada.
cualquiera de ellos
podría haberse ganado
decentemente la vida como
cobrador o
vendedor de
coches de segunda mano
y aún
podrían
ganarse la vida honradamente
en vez de despotricar contra
los cambios de moda y
los vericuetos del destino.
pero en vez de eso,
desde los tristes atriles
de la universidad
y en las salas de recitales poéticos,
estos buhoneros del
mundo despojado
siguen pidiendo limosnas
a voz en grito
y soltando
las mismas
gilipolleces.
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