Jaime Saenz Guzmán "El
Castellano" con Alfonso Barrero Villanueva "El Alquimista"
¡Majestades
Imperiales, altezas reales! ¡Nobles Damas, valerosos hidalgos!
¡Bienvenidos
a Montecarlo!
Misteriosos
Mandatos os han reunido esta noche en Montecarlo; en orgulloso aunque ruinoso
castillo, al que habéis acudido sin que os importara compartir un mismo techo
con trovadores y adivinos; con monjes tabernarios, con astrólogos, rufianes,
bandidos y alquimistas; con brujos, ballesteros y poetas, con asesinos y
forajidos que aun el patíbulo rechaza!
¡A
todos vosotros, de todo corazón os doy la bienvenida en mi morada; en ámbitos
ahora tenebrosos y vacios, tan solo poblados de melancólicos fantasmas donde
cada partícula del aire que respiráis os hará evocar rumorosas juventudes,
pretéritos tiempos ya idos y para siempre jamás perdidos!
Al
tañido de laudes sepulcrales; al grave conjuro de cavernosas cornamusas que
resuenan ya en ocultas calaveras carcomidas, las cuales no son otras que las
nuestras; la tentación inmortal y
sempiterna os llama a regocijaros en orgiástico abandono!
¡Pero,
cuidado!
Habéis
de tener presente que la realidad de una noche en Montecarlo es como el pan de
cada día; algo que jamás se repite. ¡Es como la muerte!
¡Majestades
Imperiales, altezas reales! ¡Profetas, nigromantes, soldados de Lucifer,
saltimbanquis y mendigos, salteadores y juglares; gente de avería, hez de la
humanidad!:
¡Yo
os conjuro a danzar entre risas y suspiros, en alas de la oscuridad y del
olvido.
Una noche en Montecarlo, Sábado
de Tentación. 3 de marzo de 1979, Jaime Saenz
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