Poema de odio.
Abrázame y despréciate, pervertida, la puta,
Ah, pero ahí están los poetas, cenan,
Rezan, se sacan la sangre y dibujan figuras y símbolos que
/ despiertan a las piedras en que
escriben.
Entonces todo comienza a moverse, la luna cae sola llorando
un
/ agua turbia, toman ellos un extraño
colorido
Y la música obscura, ¿de dónde viene? Es atronadora y hace
de
/ nuestros oídos
Flores desvencijadas por el estrépito.
Tiéndete, perra, umbral espantoso que recorreré tantas
veces,
Jamás he de pasarlo río humano;
Echo una ceniza líquida por mi vara interior, apágate llama,
pero de
/ todos modos he de dejarte atrás.
Conversaré con ellos,
Los hermosos que hacen magia con las estrellas y se
embriagan con
/ el espíritu de la noche y la
muerte. Están sangrando.
Me quedaré con ellos a la mesa de arena mojada
Sembrada de labios o demonios.
Una fruta para mi corazón apenas si alumbra.
Apenas te he de pasar y crece de tal modo la tabla,
En el umbral de la mujer que entrego hasta las rodillas.
Bésame con humillación.
Estás
en el monte maldito, ¡maldita!
Lo más grande Eduardo!!!
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