Soy demócrata cuando amo el sol libre que encuentro
en
Los hombres,
y aristócrata cuando detesto a los posesivos, a los
de entrañas mezquinas.
En todo hombre amo el sol
cuando lo veo entre sus cejas,
claro, sin temor, aun pequeño.
Pero cuando veo esos grisáceos hombres de éxito
tan pestilentes y cadavéricos, absolutamente sin
sol,
como groseros esclavos de la prosperidad,
balanceándose mecánicamente,
entonces soy más que radical, y quiero manejar una
guillotina.
Y cuando veo obreros,
pálidos y sórdidos como insectos, hormigueando
y viviendo como piojos por un poco de dinero,
y no mirando nunca hacia arriba,
entonces quisiera como Tiberio,
que la muchedumbre tuviera una sola cabeza
para podérsela hachar.
Siento que cuando los hombres pierden el sol
no deben existir más.
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