jueves, 7 de mayo de 2015

Archibald MacLeish - Epístola para ser dejada en la Tierra.


... Ahora hace más frío,
      hay muchas estrellas,
           flotamos a la deriva
Al norte de la Osa Mayor,
      las hojas caen
El agua es piedra en las rocas excavadas,
       hacia el sur
Sol rojo, aire gris:
       lentamente vuelan los cuervos
Con sus torcidas alas,
       las chovas nos abandonaron:
Desde que dejamos atrás los resplandores de Orión,
En su corazón cada hombre piensa que habrá de morir.
Muchos escribieron sus últimos pensamientos y cartas.
Ninguno sabe si nuestras muertes son pasajeras o eternas:
Ninguno sabe si esa errante tierra será hallada.
Yacemos y la nieve cubre nuestras vestiduras.

Les ruego a ustedes
       a ustedes (si alguien abre este escrito),
Que formen en sus bocas las palabras que fueron nuestros nombres.
Les diré todo lo que hemos aprendido:
        les diré todo:
La tierra es redonda,
         hay manantiales debajo de los huertos.
La arcilla se corta con un cuchillo romo,
         cuídense
De los olmos cuando truena,
         las luces del cielo son estrellas...
Pensamos que no nos ven,
         pensamos también
Que nos árboles no nos conocen, que las hojas de la hierba no nos oyen:
También los pájaros son ignorantes.
         No escuchen.
No se detengan en la oscuridad en las ventanas abiertas.
Hemos oído esto antes que ustedes:
         son voces:
No son palabras sino el viento que se levanta.
Tampoco ninguno de nosotros ha visto a Dios.
(... A menudo hemos creído
Que las ráfagas de sol en el tardío y violento temporal
Señalaban un árbol, pero no era así.)
En cuanto a las noches, les advierto que las noches son peligrosas:
De noche cambia el viento y llegan los sueños.

Hace mucho frío,
         hay raras estrellas cerca de Arturo,

Voces gritan en el cielo un nombre desconocido.

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