... Ahora hace más frío,
hay muchas estrellas,
flotamos a la deriva
Al norte de la Osa Mayor,
las hojas caen
El agua es piedra en las rocas
excavadas,
hacia el sur
Sol rojo, aire gris:
lentamente vuelan los cuervos
Con sus torcidas alas,
las chovas nos abandonaron:
Desde que dejamos atrás los
resplandores de Orión,
En su corazón cada hombre piensa
que habrá de morir.
Muchos escribieron sus últimos
pensamientos y cartas.
Ninguno sabe si nuestras muertes
son pasajeras o eternas:
Ninguno sabe si esa errante
tierra será hallada.
Yacemos y la nieve cubre nuestras
vestiduras.
Les ruego a ustedes
a ustedes (si alguien abre este
escrito),
Que formen en sus bocas las
palabras que fueron nuestros nombres.
Les diré todo lo que hemos
aprendido:
les diré todo:
La tierra es redonda,
hay manantiales debajo de los huertos.
La arcilla se corta con un
cuchillo romo,
cuídense
De los olmos cuando truena,
las luces del cielo son estrellas...
Pensamos que no nos ven,
pensamos también
Que nos árboles no nos conocen,
que las hojas de la hierba no nos oyen:
También los pájaros son
ignorantes.
No escuchen.
No se detengan en la oscuridad en
las ventanas abiertas.
Hemos oído esto antes que
ustedes:
son voces:
No son palabras sino el viento
que se levanta.
Tampoco ninguno de nosotros ha
visto a Dios.
(... A menudo hemos creído
Que las ráfagas de sol en el
tardío y violento temporal
Señalaban un árbol, pero no era
así.)
En cuanto a las noches, les
advierto que las noches son peligrosas:
De noche cambia el viento y
llegan los sueños.
Hace mucho frío,
hay raras estrellas cerca de Arturo,
Voces gritan en el cielo un
nombre desconocido.
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