Claro
es que no tengo en las manos
el
derecho a morirme
ni
siquiera en las abandonadas tardes de los domingos.
Por
otra parte se debe comprender que la muerte
es
una manufactura inoficiosa
y
que los suicidas
siempre
tuvieron una mortal pereza
de
sufrir.
Además,
debo
la
cuenta de la luz...
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