domingo, 11 de abril de 2010

Helvert Barrabás - X Oriente.


Henri de Toulouse-Lautrec - Femme assise sur un divan, 1883


Extensa calle sórdida, vives ajena al tablero de ajedrez
tus callejuelas maltrechas acogen a micro-traficantes de poca monta
ávidos de deshacerse de la mercancía de su misma calaña.
Muchachuelas de medio siglo se pasean por tus veredas
(coquetas, vanidosas, presumidas, risueñas)
con aliento a vino agrio y a empanada de pino.
Tus mejores años se quedaron en el recuerdo
pero aún hay clientes temerosos que se acercan a tus esquinas
en busca de putitas de edad avanzada
o de travestis de indumentaria ajustada.
Canes tiñosos aglomerados fuera de los lupanares
esperando que la cabrona se compadezca
y les arroje la bazofia en el muladar del antro grisáceo.
Niños sudorientos tras un balón de fútbol
cargando con el estigma de residir en el barrio rojo
cargando un arma corto-punzante por residir en el barrio rojo.
¡ZOTA! así te llaman los habitantes de la ciudad de la nada
conversación obligada para quienes se hacen llamar talquinos.
Los crapulosos pernoctan a la intemperie, bañados en orín
bajo el sol, bajo la luna, bajo una danza de moscas, bajo el farol rojo.
Diez oriente, calle de secretos inconfesables, calle de tradición.
En tus burdeles se desvirgaron pueriles mientras sus padres yacían borrachos
lamiendo los pezones desgastados de putas de antaño
dilapidando hasta el último peso, bebiendo hasta el último aliento.
Diez oriente, vives de reminiscencias y de borrachos en noches de infortunio.
Diez oriente, albergue de desesperanzados, beodos y juerguistas horteras.