Ediciones
La Horca nace con el propósito de difundir obras literarias, de romper con la
lógica de mercado imperante en el siglo. No poseemos ni patrones ni lacayos. No
confiamos en calendarios ni aún menos en relojes. Conocemos nuestro época, el
contexto que nos corroe persistentemente, creemos que el siglo se derrumba
inexorable, que el sistema mercantil-planetario se devora todo índice de
humanidad. Prevalece el dinero y los bienes materiales, se fusila a millares
cuotidianamente y permanecemos embobados frente a televisores y computadores.
Mueren niños en Afganistán, sudan las espaldas de miles de hombres en los
campos de Indonesia, millares de indígenas en el Amazonas son despojados de sus
tierras, arde el Medio Oriente de petróleo y fundamentalismo. Y el hombre común
de las “naciones democráticas” se maravilla contemplando fuegos pirotécnicos y
videojuegos anglosajones.
Yacemos
aquí, rasgando el siglo de los helicópteros y los átomos desfragmentados. Nos
sabemos condenados de manera irrevocable y no guardamos ninguna esperanza por
la Humanidad. Cae la guillotina a los pies de quinientos esclavos, con los
labios rotos y la quijada quebrada, llevan en sus ojos la marca del humillado.
Arde en el alma y el cuerpo el dolor de mil seiscientos azotes, cuelgan de
harapos ensangrentados, llevan corona y alhajas de rey adolorido, mascan
mendrugos en compañía de ratas, y aún conservan un hilo de luz que poco a poco
se apaga. Y la Humanidad capitalizada se venda los ojos, se deslumbra con las
luces de neón de los centros comerciales, desvía la mirada ante la miseria y la
injusticia, y sonríe pomposa ante las cámaras cibernéticas.
Ninguna
ideología ni religión podrá detener jamás el camino hacía nuestra inexorable
miseria. Existimos en una época decadente y estúpida, nada singular si
exhumamos los rastrojos de la Historia, desde el hombre primigenio hasta la
barbarie tecnológica de nuestros días, esta está completamente bañada de sangre
y traición, de guerras y hambrunas, de poder y codicia. Por ello la elección de
los textos que presentamos, abundantes en lo terrorífico, lo denigrante, lo
grotesco, lo lascivo, lo socialmente vilipendiado. Somos heresiarcas de este siglo que se
derrumba, iconoclastas mordaces de toda moral preestablecida, vagabundos que
deambulan desesperanzados por las arterias de las urbes, arrastrando ataúdes y
candelabros, agotando nuestra existencia hasta sentir el llamado de la
indefectible muerte.
Sitio Web: http://edicioneslahorca.wix.com/lahorca
Correo electrónico: edicioneslahorca@gmail.com
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