miércoles, 8 de octubre de 2014

Marcial.


Traducido por Ernesto Cardenal

Los que leéis macabras historias de Edipo y Tiestes,
y Cólquidas, y Escilas, y sólo cuentos de horror:
¿qué interés encontráis en el rapto de Hilas,
o en Partenópeo, o Atis, o el Durmiente Endimión,
o Hermafrodita indiferente al Agua enamorada?
¿por qué gozáis con viejas chismografías mitológicas?
Leed esto que la Vida puede reclamar como suyo.
Aquí no hay ni Centauros, ni Gorgonas, ni Harpías.
Mi poesía está hecha de seres humanos.
¡Pero tú no quieres conocer la vida, Mamurra,
ni conocerte a ti. Lee los Orígenes de Calímaco!

***

“¿Cómo explico que los vivos no tengan fama
y pocos lectores amen su propio tiempo?”
Es ya costumbre tradicional de la envidia, Régulo:
preferir siempre los antiguos a los actuales.
Preguntamos por la sombría columnata de Pompeyo.
Los viejos suspiran por sus templos ruinosos.
Lees a Ennio, oh Roma, y ahí anda vivo el Virgilio;
sus contemporáneos se rieron de Homero;
pocas veces los teatros aplaudieron a Menandro;
a Ovidio solamente lo conoció su Corina.
Sin embargo, no tengáis prisa, mis libritos:
si la fama viene con la muerte, no me apresuro.

***

“Cinco libros son bastante, y seis o siete
demasiado ¿no te parece, mi musita loca?
Más fama de la que tengo ya no puedo tener.
Mis gastadas ediciones están en todas partes.
Y cuando ya no exista el mausoleo de Messala,
y los mármoles de Licinio sean polvo,
labios me leerán, y extranjeros que no conozco
traducirán estos versos en su patria”.
Dije –y la novena hermanita de las musas,
Talía, la musa del epigrama, me contestó:
“¿Quieres renunciar, tonto, a la frivolidad?
¿En qué otra cosa mejor ocuparás tu ocio?
¿Deseas cambiar por coturnos tus zapatos,
o cantar a la Guerra en sonoros hexámetros
para que te dicte en clase un profesor pedante
y aburras a la adolescente alta y al muchacho?
Deja esos temas a los poetas pesados y clásicos
encorvados hasta medianoche bajo su lámpara.
Pero tú escribe con humor tu poesía romana,
y que la Vida se encuentre retratada en ella.
Porque no importa cantar con una débil flauta
si esa flauta se impone a las trompetas
de muchos”.

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