El movimiento de los pintores realistas
denominado “peredvízhniki” (“itinerantes”) se fundó después de la “Revuelta de
los catorce”. El nueve de noviembre de 1863 catorce estudiantes de la Escuela
de Pintura, Escultura y Arquitectura de la Academia Imperial de Artes de San
Petersburgo, encabezados por Iván Kramskói, demandaron que se les permitiera
escoger libremente el tema para la realización de su obra de graduación en
lugar de que todos tuvieran que elaborar su trabajo a partir de un mismo tema
mitológico.
Finalmente los jóvenes pintores acabaron
abandonando la Academia sin el diploma ni la medalla de oro que debían haber
obtenido por sus extraordinarios logros durante sus estudios. Sin embargo, la
falta de documentos y galardones oficiales no los privó de una vida artística
plena de éxitos.
Credo artístico
Los pintores Iván Kramskói, Iliá Repin,
Vasili Súrikov, Vasili Perov, Nikolái Gue, Nikolái Yaroshenko, Vasili Polénov,
Alexéi Savrásov, Iván Shishkin y Víktor Vasnetsov entre otros fundaron una
agrupación artística que en 1870 se transformó en la Sociedad de Exposiciones
de Arte Itinerantes (SEAI). Era una especie de cooperativa que no dependía de
subvenciones estatales ni de mecenas. La imaginación creativa de los
peredvízhniki tampoco tenía límites.
El arte que profesaban los rebeldes fue el
realismo a punto de transformarse en naturalismo, presentaban la imagen trágica
de la realidad. Una sola historia independiente o una imagen representada en un
cuadro abarcaba la vida entera de los grupos y clases sociales de la época.
La nueva corriente nació en medio de los
profundos cambios y convulsiones que experimentaba la sociedad rusa a finales
del siglo XIX y principios del XX. A causa de la ineficiencia de las reformas,
en especial en el campo ruso, en el país surgieron brotes de protestas
revolucionarias y descontento con la monarquía.
Los peredvízhniki precisamente simbolizaban
la disconformidad con el oficialismo, que en este campo se mantenía en un arte
conservador basado en la pintura clásica rusa del siglo XVIII. En vez de
reflejar los anhelos de los contemporáneos, los miembros de la Academia
Imperial de Artes continuaban sumidos en los temas bíblicos y mitológicos,
tanto desde el punto de vista técnico, como creativo.
El éxito de la Sociedad de Exposiciones de
Arte Itinerantes fue sorprendente. Llegaron a organizar 48 muestras en San
Petersburgo y en Moscú con una gran afluencia de público. Las exposiciones
recorrieron asimismo la mayoría de las ciudades más importantes del Imperio
ruso. Lo que más impactaba a los visitantes era el relato pictográfico de la
vida cotidiana y de la historia del pueblo, las imágenes del país y de su
naturaleza. Las obras eran impresionistas y realistas y los géneros predilectos
eran las historias costumbristas, el retrato y el paisaje.
Representantes más destacados
Los valores estéticos de los pintores
“itinerantes” fueron compartidos por más de 70 artistas rusos entre 1871, año
de la fundación de la Sociedad de Exposiciones de Arte Itinerantes, hasta el
año 1923, cuando tuvo lugar la última muestra.
Iván Kramskói (1837-1887) es conocido por sus
retratos, en los que logró reflejar de una manera asombrosa el alma de los
personajes, tanto de la gente común como de los intelectuales más destacados de
la época, entre ellos Lev Tolstói, Nikolái Nekrásov, Mijaíl Saltykov-Schedrín,
Iván Shishkin y Pável Tretiakov.
Las obras de Kramskói se distinguen por la
perfección de la composición, por la técnica expresiva de la realización y, en
especial, por el estudio profundo de la sicología del personaje.
(Iván Kramskói, Retrato de un campesino)
(Iván Kramskói, Retrato de Pável Tretiakov,
1876)
(Iván Kramskói, Retrato de Iván Shishkin, 1880)
Vladímir Makovski (1846-1920) fue un pintor
costumbrista, coleccionista de arte y pedagogo ruso. Fue uno de los fundadores
de la SEAI.
Los cuadros de Makovski, llenos de humor,
ironía y a veces desprecio, critican la falsa compasión de los ricos por los
pobres pero al mismo tiempo resaltan la belleza de la forma de vida sencilla en
la que no solo hay sufrimiento, sino también fuerza de voluntad y de espíritu.
(Vladimir Makovski, Filántropos, 1874)
(Vladimir Makovski, La caída del banco, 1880)
Iliá Repin (1844-1930), artista destacado en
todos los géneros de la pintura y eminente escultor, se unió a los
peredvízhniki en 1878.
La fama de Repin se extendió a raíz de su
cuadro Los sirgadores del Volga (1870-73), una obra dedicada a los jornaleros
que a mano, caminando por la orilla de Volga, remolcaban embarcaciones.
Por el cuadro El manifiesto de los cosacos de
Zaporozhie al sultán de Turquía, creado entre 1880 y 1891, el zar Alejandro III
pagó al autor 3500 rublos, un precio muy alto en aquella época.
Probablemente su pintura más impactante desde
el punto de vista psicológico sea Iván el Terrible y su hijo (1885), donde el
zar Iván IV horrorizado abraza a su hijo agonizante luego de haberlo golpeado y
herido en un momento de ira y rabia incontrolable.
(Iliá Repin, Iván el terrible y su hijo, 1885)
(Iliá Repin, Lev Tolstói en su estudio)
(Iliá Repin, Los sirgadores del Volga, 1870 - 1873)
En lo que respecta al arte del retrato, que
según las tradiciones del realismo ruso era el género más relevante, un
resultado sin igual fue obtenido por Valentín Serov (1865-1911), genial
retratista psicológico ruso, alumno de Iliá Repin y Pável Chistiakov.
El profundo conocimiento de la psicología y
una técnica excelente caracterizan la mayoría de los cuadros de este genio del
pincel.
(Valentin Serov, Autorretrato, 1880)
(Valentin Serov, Niña con melocotones, 1887)
Un puesto eminente en la historia de los
peredvízhniki lo ocupan los paisajistas Iván Shishkin (1832-1898), Alexéi
Savrásov (1830-1897), Arjip Kuindzhi (1842-1910) e Isaak Levitán (1860-1900).
Sus maravillosos cuadros al óleo, muy ricos en texturas y de simplicidad
expresiva en la composición, descubren un mundo de gran emoción poética en las
pinturas de la belleza de la naturaleza de Rusia central, así como de los
severos paisajes del norte del país.
(Alexéi Savrásov, Río y pescador, 1859)
(Isaak Levitán, Silencio, 1898)
(Iván Shishkin, Mañana en un bosque de pinos,
1889)
(Arjip Kuindzhi, Noche en el Dnepr, 1882)
Quien dio fama al movimiento de los
peredvízhniki y conservó para las generaciones futuras las obras más destacadas
de esta corriente artística fue el coleccionista Pável Tretiakov. Su
predilección hacia los pintores nacionales y los temas rusos fue fascinante y
los precios que pagó por las obras, justos. Para albergar su valiosa colección
construyó un edificio en el centro histórico de Moscú, conocido hoy en día como
la Galería Nacional Tretiakov, uno de los centros de arte más importantes de
Rusia y cuya colección se centra en la obra de los “itinerantes”.
(Fuente de texto: Rusopedia.rt.com)
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