Francisco
Pezoa, fue un militante libertario, obrero cigarrero y poeta popular. Participó
en diversas organizaciones e iniciativas libertarias. Allá por 1904, junto a
otros compañeros como Luis Olea y Alejandro Escobar y Carvallo, tomó parte en
los intentos de extender la influencia del incipiente movimiento anarquista
hacia las provincias del Norte salitrero. En esa zona, participó en el
periódico La Agitación, editado por el grupo del mismo nombre. Más adelante, a
comienzos de la década del 10, formó parte del grupo "Los Parias", de
la Sociedad de Resistencia de Oficios Varios y del Centro de Estudios Sociales
"Francisco Ferrer". Sufrió la persecución, en 1912 estuvo en la
cárcel a raíz de la cacería estatal contra los anarquistas, luego de unos atentados
con dinamita al Convento de los Padres Carmelitas Descalzos.
Canto a la Pampa.
I
Canto la Pampa,
la tierra triste,
réproba tierra
de maldición,
que de verdores
jamás se viste
ni en lo más
bello de la estación;
donde las aves
nunca gorjean,
donde no crece
la flor jamás,
donde riendo
nunca serpea,
el arroyuelo
libre y fugaz.
II
Año tras año por
los salares
del desolado
Tamarugal,
lentos cruzando
van por millares
los tristes
parias del capital;
sudor amargo su
sien brotando,
llanto sus ojos,
sangre sus pies,
los infelices
van acopiando
montones de oro
para el burgués.
III
Hasta que un
día, como un lamento
de lo más hondo
del corazón,
por las callejas
del campamento
vibró un acento
de rebelión;
eran los ayes de
muchos pechos,
de muchas iras
era el clamor,
la clarinada de
los derechos
del pobre pueblo
trabajador.
IV
"Vamos al
Puerto, dijeron, vamos,
con su resuelto,
noble ademán,
para pedirles a
nuestros amos
otro pedazo, no
más de pan"
Y en la
misérrima caravana
al par del
hombre marchar se ven,
la amante
esposa, la madre anciana,
y el inocente
niño también.
V
¡Benditas
víctimas que bajaron
desde la pampa,
llenos de fe,
y a su llegada
lo que escucharon,
voz de metralla
tan sólo fue!
¡Baldón eterno
para las fieras
masacradoras sin
compasión!
¡Queden
manchados con sangre obrera
como un estigma
de maldición!
VI
Pido venganza
para el valiente
que la metralla
pulverizó;
pido venganza
para el doliente
huérfano triste
que allí quedó;
pido venganza
por la que vino
tras del amado
su pecho a abrir:
pido venganza
para el Pampino
que como bueno
supo morir.
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