lunes, 25 de marzo de 2013

Kostas Karyotakis - Suicidas ideales.



En la entrada dan un giro a la llave,
reabren cada vieja carta guardada,
leen tranquilos y después arrastran grave
por última vez sus pasos de la morada.

La vida, dicen, fue una tragedia para ellos.
Dios mío, la carcajada horripilante de los hombres,
las lágrimas, el sudor, el anhelo de los cielos,
la solitud de tan vastos parajes pobres.

Se quedan frente a la ventana, lejos mirando
a la naturaleza, a los árboles, a algún infante,
ven como los marmolistas siguen el sol martilleando
que quiere bajar al poniente para siempre.

Todo ha llegado al fin. Aquí está la nota,
breve, simple, como se merece profunda,
llena de indiferencia y del perdón la gota
por aquel que llorará leyéndola rotunda.

Se miran al espejo, ven la hora,
si es una locura o acaso error se van a preguntar,
"todo ha terminado", murmuran, "ahora",
seguros que de veras lo van a prorrogar.

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