Si
el sordo desierto de una noche se extiende hasta tus lámparas
Y
delante de tu espejo ante ti te estremeces no debes dudarlo
Es
el instante supremo cuyo sólo contacto se desata sobre tu memoria
Y
convierte al sueño en un bosque de estatuas yacentes sobre una extraña
vegetación
Donde
mi amante se embriaga con vino y cantos nupciales, joyas bárbaras,
espesos
vahos y objetos marinos
Mientras
árboles de brotante champaña inundan mi cerebro
Ella
es la cierva que deja tatuarse su piel por la fuente del verano
Oh,
terrible espanto, mi pasión te consume
Y
en un orden más puro que la nada
Veo
pasar los dulces caballos del delirio
Más
allá de mi mismo
El
mar puebla sus larvas azules de terrores y ángeles
Que
me devoran de sed
O
bien arrojan pequeñas llamas a mis pies desnudos
Quien
ha preguntado por mí a mi sombra que sea pasea en sueños
semejante
a una estatua divina?
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