Cuando nos
separamos
en silencio y
con lágrimas,
con el corazón
medio roto,
para
apartarnos por años,
tu mejilla se
tornó pálida y fría
y tu beso aún
más frío...
Aquella hora
predijo
en verdad todo
este dolor.
El rocío de la
mañana
resbaló frío
por mi frente
y fue como un
anuncio
de lo que
ahora siento.
Tus juramentos
se han roto
y tu fama ya
es muy frágil;
cuando escucho
tu nombre
comparto su
vergüenza.
Cuando te
nombran delante de mí,
un toque
lúgubre llega a mi oído
y un estremecimiento
me sacude.
¿Por qué te
quise tanto?
Aquellos que
te conocen bien
no saben que
te conocí:
Por mucho,
mucho tiempo
habré de
arrepentirme de ti
tan
hondamente,
que no puedo
expresarlo.
En secreto nos
encontramos,
y en silencio
me lamento
de que tu
corazón pueda olvidar
y tu espíritu
engañarme.
Si llegara a
encontrarte
tras largos
años,
¿cómo habría
de saludarte?
¡Con silencio
y con lágrimas!
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